Tu respiración en mi rostro
es como la suave brisa,
esa brisa que viene luego
y nunca antes de una estruendosa tormenta.
Y su aroma...
Ay de mí si lograse describirlo!
Descubriría el secreto del extasis eterno
y Dios no me permitiría vivir más.
Acaricias mi rostro y me desvanezco...
tu respiración me invade.
Qué delicioso sopor aquel
en el que caigo a la par de mis latidos!
Y cuando te vas yo muero.
Permita el Cielo que vuelvas a mí.
Que vuelva tu respiración,
sí! y que nunca me abandones.
Ese aire de vida que emana de tu ser,
esa delicia que tú eres
y todo lo maravilloso que me provocas
hacen de tu respiración (su textura, su aroma)
un bien divino...una locura por la que hoy muero!
viernes, 16 de octubre de 2009
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